Al igual que el año pasado, inauguramos la temporada de festivales musicales con el Rockavaria de Múnich, aunque esta vez sólo nos acercamos al recinto del estadio olímpico en la jornada del domingo, pues el cartel del viernes y el sábado, a excepción de un par de grupos, no nos llamaba en exceso. Según nos comentó un sabio con el que hablamos durante un trayecto del U-Bahn de Múnich, el cartel a medio gas de esta segunda edición, se debe al batacazo financiero que se pegó la organización en el primer Rockavaria, en el que Metallica, Muse y Kiss fueron los cabezas del cartel. Este festival lo tiene muy dificil pues está dirigido al mismo público que se congrega semanas después en los establecidos Rock im Park/Rock am Ring, leyendas vivas de los festivales de verano europeos. Cuantos Junios de exámenes habremos fantaseado con visitar estos festis...
Menos hablar de dineros y a la música! Tras intercambiar la entrada de
papel por la pulsera tradicional, accedimos al recinto. Por motivos de planificación
logística, sólo pudimos escuchar los últimos segundos del concierto de Gojira
mientras bajábamos las escaleras hacia la pista del Olympiastadion. Una
verdadera lástima no haberles visto por segunda vez consectuiva en el
Rockavaria, pero tan sólo unos segundos bastaron para confirmar que estos
franceses están en un estado de forma excepcional y suenan que aplastan.
Mientras se despedían comentaron que su nuevo disco saldrá al mercado en breve,
esta semana he escuchado el adelanto titulado “Silvera” y vaya petardazo!
El primer concierto de la tarde que vimos fueron los americanos Tremonti, el
proyecto personal del guitarrista de Alter Bridge. Rock machachón a medio
tiempo, con guitarras muy gordas, puro sonido americano. Se me llegaron a hacer
algo repetitivos, pero les daré una escucha en disco, pues desde mi punto de
vista no gozaron de muy buen sonido.
Moviéndonos de forma lateral (ß) cual cangrejos, cambiamos del Doppelbühne 2 al
Doppelbühne 1 cuando quedaban todavía un par de temas de Tremonti, para
posicionarnos bien para ver a Anthrax.
El año pasado, los tres escenarios estuvieron esparcidos por el recinto del
Olympiapark, lo que suponía hacerse una media-maratón si querías ver bandas en
escenarios distintos. Este año, el escenario principal del Olympiastadion, se
amplió y dividió en dos, de forma que apenas había descanso entre bandas. El
tercer escenario estuvo montado sobre la orilla del lago del Olympiapark.
Tras sonar una canción de DIO y arropados por una gran lona con la portada
de su último disco “For All Kings”, saltaron al escenario tras una breve intro
instrumental los thrashers de New Yor: Anthrax. Era la primera vez que les veía
en directo con Jonathan Donais de guitarra solista, tras la salida de Rob Caggiano
para tocar en Volbeat y debo decir que el tipo no pega nada con la banda y de
hecho Scott, Joey y Frank se lo comen vivo en el escenario, incluso cuando toca
solo de guitarra. Charlie Benante no estuvo presente en el concierto y fue
sustituido por un bateras zurdo del que no se su nombre. Cómo siempre el
concierto estuvo lleno de energía, con Belladonna corriendo para todos lados y
conectando sin parar con el público, Scott partiendo la pana siendo uno de mis
rítmicas preferidos y Frank Bello siempre con la lengua fuera y siempre
pidiendo más del público, insaciable! En el repertorio se colaron entre los
clásicos varios temas del nuevo “For All Kings” que en directo sonaron muy
bien. Cómo siempre, Anthrax en directo me encantan y tengo ganas de verles en
su propia gira para poder disfrutar de un setlist más largo. Antes de abandonar
el escenario Belladonna cantó a capella unos versos de DIO, siempre presente.
En el Doppelbühne 2 tocaron Ghost, pero en esta ocasión no hicimos el
movimiento cangrejo y nos quedamos en una buena posición para ver a Slayer,
quienes eran los siguientes en el Doppelbühne 1, desde la que también veíamos a
los suecos. La vez anterior que les ví me gustaron más, en el Rockavaria me
aburrieron... No son un grupo que me emocione demasiado, pero a su primer disco
le di unas cuantas vueltas y gustó. De hecho el momentos álgido del concierto
para mí fue cuando tocaron “Ritual”. Eso sí, la puesta en escena de los Ghouls muy
espectacular.
Y llegó, como dice la Cosa, la hora de las tortas. Slayer a la palestra,
con Gary Holt de Exodus sustituyendo al fallecido Hanneman y Paul Bostaph a la
batería sustituyendo a Dave Lombardo. Estos recambios llevan ya tiempo rodando tanto
por los escenarios como por los estudios con Kerry King y Tom Araya. Repentless
de 2015 ya cuenta con sus intervenciones. La portada de dicho disco les
acompaño en el primer tercio del concierto y también fue Repentless canción
homónima al disco, la que dió el pistoletazo de salida. El sonido tardó un poco
en ajustarse, pues al principio por mi zona sólo se escuchaba la batería, pero
unos instantes después se consiguió mejorar y se pudo disfrutar de Slayer a
todo trapo. El setlist recorrió buena parte de su discografía sin aflojar el
pedal en ningún momento. A
destacar los turbo-clásicos: War Ensemble, Raining Blood, South of Heaven, Hell
Awaits y Angel of Death. Con
esta última desvelaron una última lona con el logo de Hanneman/Heineken. Aunque
el gran momento fue el discurso previo a tocar Death Skin Mask, donde presentan
la canción como una canción de amor y donde explican que ellos también aman,
aman a la música, otra forma de amar con un poco de contacto, pero amor al fin
y al cabo. Araya poeta!!! Espectacular ver a esta peña repartir cera sin
contemplaciones. Immer wieder!
A pesar de que la gente estaba ya afianzando sus posiciones para ver a Iron
Maiden en el escenario 1, una buena marea de fans se congregaron frente al
escenario 2 para escuchar las historias de batallas de Sabaton. Nunca había
escuchado a esta gente antes, pero el concierto me pareció muy entretenido,
power metal a tope con un frontman muy comunicativo y un bateras montado en un
tanque, un TANQUE!!! No dejó de llover durante todo su concierto y mostraron su
entusiasmo por el aguante de los fans ante unas condiciones climatológicas tan
adversas, dándolo todo. Una buena fiesta.
Y antes de acabar, para evitar luchas extremas, movimiento a la izquierda (ß) para ver el plato fuerte de la noche,
cómo repitió hasta el infinito uno que tenía detrás mío: Iron “Fucking” Maiden!
Este tipo también comentó que al día siguiente tenía un exámen oral, seguro que
lo partió. El inicio del concierto se demoró un poco, pues debían secar la
superficie del escenario, para evitar derrapes de los músicos/runners británicos.
A pesar de habérles visto hace un par de años en el Rockavaria, siempre es un
buen momento para ver a estas leyendas sobre el escenario, con un Dickinson de
vuelta en los escenarios tras superar un cáncer.
Al “Doctor Doctor” de UFO siguió una intro de animación 3D, proyectada en
los monitores, en la tras un breve encuentro con un Eddie aborigen, se mostraba
al “Ed Force One” colgando de lianas en medio de una jungla y cómo una mano gigante
que manaba de la tierra agarraba el aeroplano y lo devolvía a surcar los aires
dirección a la capital de la región alemana de Bavaria. Y así saltaban los
Maiden a un espectacular escenario ambientado cual templo Maya, siendo este el
escenario de la gira de presentación de su último disco “The Book Of Souls”, el
cual copó casi la mitad del setlist. La otra mitad de los temas del setlist
Bruce Dickinson los nombró no como clásicos sino como “canciones legado” (legacy).
Harris, Murray, Smith, McBrain, Gers y Dickinson, ofrecieron un gran show rodeados
de toda la parafernalia teatral que acompaña a sus temas, los cambios de fondo
de escenario dependiendo del disco al que pertenece la canción que tocan, un
Eddie aborigen de tres metros contra el que Bruce luchó arrancándole el corazón,
una cabeza hinchable de Eddie enorme, la bestia. En resumen, espectáculo puro y
duro para arropar a estos fenómenos de los escenarios, auténticas pilas
nucleares.
De las canciones legado sonaron entre otras:
Children of the Damned, The Trooper, Powerslave, Hallowed Be Thy Name, Fear of
the Dark, Iron Maiden, The Number of the Beast, Wasted Years. Esta peña podría dar un concierto con 30
temas y habría gente que pediría todavía más. Yo con que no toquen del Final
Frontier me conformo, que vaya sepelio de disco...
Cuando durante el concierto de Slayer avisaban de tormenta por las
pantallas, tuve una sensación de deja-vu y me acordé del concierto de IronMaiden que fue cancelado en el Metalway de Zaragoza en el 2008 por la tormenta del
día anterior, que afectó al escenario. Pero esta vez, fue más lluvia torrencial
que vientos huracanados, por lo que el festival continuó sin mayor problema, suerte o mejor organización, eh, rana?
Y cómo siempre en estos grandes festivales, uno no se puede desdoblar y ver todo lo que querría, así que se quedaron pendientes Iron Walrus, Mantar, John García y especialmente Kadavar, con quienes tuve una batalla mental y a punto estuve de mandar a los Maiden de paseo. Espero verles pronto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario