La novena edición del Resurrection Fest se presentaba como
la más completa y potente hasta la fecha, así que no hemos dudado en
acercarnos, un año más, a Viveiro para disfrutar de tres días del metal y
hardcore más punteros.
Antes de entrar a hablar de los conciertos, creo que es de
justicia mencionar el gran trabajo que ha hecho la organización una vez más. Es
un festival que está creciendo poco a poco y con cabeza. Cada vez tocan más
grupos, pero a la vez el recinto es mayor, hay más baños (bastante limpios
siempre) y más barras. No hay que esperar colas para nada, y los horarios van
al milímetro. Además, el sonido ha sido, en general, bastante bueno; han puesto el resucamp mucho más cerca del
recinto del festival y se ve que tienen en cuenta los comentarios de la gente
(un ejemplo es que por petición popular las pulseras han vuelto a ser de tela).
Así que en ese sentido un diez para ellos.
Ya en Viveiro, una vez instalados en el Resucamp y recogido
el pase de prensa, entramos al recinto. Una de las novedades de este año es la
especialización de los escenarios. La carpa o “Ritual Stage” dedicada al metal
y sonidos más duros, el “Chaos Stage” dedicado al hardcore y el “Main Stage”
donde tocaron los grupos grandes. Los conciertos se iban intercalando entre los
distintos escenarios, con solapamientos mínimos (y a primeras horas) y unos
horarios que se cumplieron rigurosamente.
El primer concierto al que nos acercamos el jueves fue el de
Minor Empires. Tenía mucha curiosidad por ver en directo el resultado de esa
unión de gente de Nothink y Toundra y la verdad es que me convencieron. Tienen
canciones pegadizas y salieron a darlo todo. En cuanto a la música, pues eso,
las típicas voces de Juan Blas con las guitarras de Toundra, todo ello
acompañado de una base rítmica muy potente.
En cuanto terminó Minor Empires echamos a correr hacia el
escenario principal para ver a uno de los platos fuertes del día (al menos para
mí). Red Fang salían al escenario para convertir el festival en un pantano
durante los tres cuartos de hora que duró su actuación. Al igual que pasa con
Baroness, su sludge/stoner cobra otra dimensión al verlos en directo. Mucha más
energía y contundencia, e himnos como “Blood Like Cream”, “Hank Is Dead” o
“Prehistoric Dog” hacen de la suya una propuesta ganadora.
Otro asunto es lo de Hacktivist. Llevan unos tres años en activo y mezclan el rap con la
música Djent (imaginad a Meshuggah rapeando). Las dos primeras canciones con
las intros y demás fueron entretenidas pero después, el concierto se me hizo
cuesta arriba. No creo que la idea dé para mucho más, están entretenidos a
ratos pero no pasan de ser una curiosidad.
Sin embargo Crowbar sí que lo repartieron bien, e hicieron
lo que deberían haber hecho al día siguiente Down. Los de Nueva Orleans salieron con ganas y
aplastaron con ese doom-punk que les caracteriza. Una curiosidad es que a lo
largo del día me crucé un par de veces con Kirk Windstein, que llevaba cara de
pocos amigos y si se le decía algo pasaba olímpicamente, eso sí, su mujer daba
las gracias a todo el mundo y saludaba por él.
Los siguientes que salieron a escena fueron Amon Amarth. No
vi todo el concierto porque salí a cenar para coger fuerzas para lo que venía,
pero lo que vi me gustó. Son vikingos en pleno siglo XXI. Buena puesta en escena
y muchas ganas que, seguro, hicieron las delicias de sus seguidores.
A eso de las diez de la noche le tocó el turno a uno de mis
grupos favoritos, The Ocean. Parece que Robin Staps tiene dificultades para
mantener una formación fija (desde la última vez que les había visto ha
cambiado casi por completo, quedando sólo él y Loïc Rosetti) pero lo que está
claro es que sabe rodearse de buenos músicos. El grupo sonó compacto como si
llevasen cuarenta años tocando juntos y la única pega que le pude encontrar al
concierto fue su setlist. Tocaron de arriba abajo su último disco, “Pelagial”.
No es que me parezca mal, es un disco que me gusta mucho, pero eché en falta temas
de otros discos y creo que, en un festival, que tienes el tiempo muy limitado,
deberían haber hecho las cosas de otra forma. Pero, salvando ese “problema”,
los alemanes hicieron lo que saben hacer. Bonito juego de luces y en lo musical
presión, densidad y tecnicismo. Buen concierto para quitarme la espina de
habérmeles perdido en su última visita a Bilbao.
Con Architects sonando de fondo volví al escenario principal
para ver un rato a Megadeth. Es un grupo que nunca me ha gustado y que me
aburre bastante, pero hay que reconocerles que arrastran a multitudes y que
había mucha gente que iba sólo por verles a ellos. Tras un vídeo de
presentación (posiblemente lo más cutre que he visto en tiempos) salieron
Mustaine y sus compañeros a ofrecer hora y cuarto de thrash metal. A Mustaine
se le notan los años y su voz ha visto mejores tiempos pero por lo menos se
movieron y animaron al público.
No vi terminar a Megadeth porque fui a coger sitio al Ritual
Stage. Se avecinaba algo muy gordo y no quería perderme detalle. High on Fire
no es un grupo que se deje ver muy a menudo por estos lares y su concierto en
el Resurrection se me presentaba como una oportunidad única. Pocas veces he
visto a tres personas hacer tanto ruido sobre un escenario. Matt Pike, leyenda
viva, hizo temblar literalmente el escenario. Recomiendo encarecidamente a
todos los que tengáis la oportunidad de verles que no les dejéis escapar porque
fueron una auténtica apisonadora. Sonaron temas de su último disco “De Vermis
Mysteriis” y cerraron con un combo “Devilution”-“Snakes for the Divine” que
quitó el hipo. Sin duda uno de los conciertos del festival.
Y ya para cerrar la noche me acerqué al escenario principal
a ver a Kreator. Me les habían recomendado mil veces y puedo decir que, si en
mi olimpo del thrash metal lidera Slayer, el grupo que le sigue es Kreator.
Actualmente me parecen estar mucho más en forma que los grupos del llamado Big
Four. Sonaron temazos como “Enemy of God” o mi favorita “Hordes of Chaos” y se
metieron en el bolsillo al público más escéptico. Lo único que no me gustó
fueron los ecos que le ponían de vez en cuando a la voz de Mille Petroza, pero
es algo personal. El concierto fue un cañonazo y la hora que duró se pasó muy
rápida.
A eso de las tres de la mañana, vuelta al Resucamp a dormir.
El viernes prometía ser intenso.
¡Buena crónica! De los grupos tempraneros, me gustaron mucho Acid Mess y Mutant Squad estuvieron divertidos.
ResponderEliminarBacktrack fué lo mejor el jueves, no tienes perdón si no los viste
ResponderEliminarMuchas gracias! Me hablaron muy bien del concierto de Acid Mess, una pena perdérmelos...
ResponderEliminarSi, me perdí a Backtrack :( eran muchos grupos y tenía que elegir, que las fuerzas no dan para todo jajaja
Gracias por los comentarios!
Aquí dejo un comentario rápido:
ResponderEliminarVaya unas chatas había por Viveiro, meh!
Primera vez que voy al Resurrection (por fin!) y ha estado del carajo, muy bien organizado, no muy masificado y una Cantabrian Crew de primer nivel!
Hablando de música, una putada perderse a Red Fang, nooooooooooooooooo!!!, llegamos muy justos a Viveiro.
El Jueves:
- Crowbar, bien aunque el sonido un poco regulero
- Amon Amarth, un setlist muy molón y buena motivada
- The Ocean, vaya hipnotizada, muy buenos, aunque el sonido no terminaba de mejorar en la carpa
- Megadeth, Chris Broderick repartiéndolo fino, Mustaine sufriendo con la voz y algunos de los cgi's más chanos que he visto en mi vida por las pantallas xD
- High on Fire, saliéndose del mapa, tres tíos montando un cisco muy brutal. Snakes for the Divine!
- Kreator, sonidazo en el escenario principal, Petrozza moviendo el percal y un setlist muy guapo
- Ignite, muy jefes, se tocaron buena parte del Our Darkest Days que es el único disco que he escuchado, así que de luxe!
- Dancefloor Disaster, grupo de covers de temas radioformuleros en versión metalada (Djent casi siempre jaja). Se movían por el escenario que parecían gimastas, vaya brincos