Seis años, nada más y nada menos que seis años y dos discos después Extremoduro volvieron por Santander para ofrecer un concierto enclavado en su gira nacional de su último disco: "Para Todos los Públicos".
El lugar elegido fue de nuevo el Palacio de los Deportes, el recinto cerrado de la capital que más gente puede albergar, porque si algo está claro es que Extremoduro siguen moviendo masas. En esta ocasión no se vendieron todas las entradas, ni se acercaron, ya que el semáforo de su web que indicaba las localidades restantes nunca pasó del verde, pero el número de asistentes fue bastante alto (unas 6000 personas). En pista no hubo ningún tipo de agobio ni aglomeraciones. Los conciertos de Extremo son para disfrutar a pie de escenario, así que en grada sí que había bastantes butacas sin ocupar. Como curiosidad, un tipo vestido de pantera rosa rondaba por allá arriba; yo también firmaba una despedida de soltero con concierto de Extremoduro incluido.
El montaje que llevan en esta gira emula un barco portacontenedores. En el inicio del concierto, que se demoró media hora sobre el horario establecido, juegan con los sonidos industriales de los contenedores y las grúas, y un operario se pasea por todo el enorme escenario iluminando con una linterna. Tras eso un gran contenedor cae de las alturas y al volver a subir aparecen Robe, Uoho y Colino en primera línea y Cantera en su batería más atrás. Más tarde salieron el teclista y guitarra/percusionista, siempre mantenidos en segunda línea.
Como en anteriores conciertos, abren con Extraterrestre y Sol de Invierno y Entre Interiores completan el trío de canciones en las que nos permitieron fotografiar desde el foso. Tras eso nos echaron del recinto para dejar el material fotográfico fuera de él, cosa que no entiendo, ya que desde la lejanía no vas a sacar fotos tan nítidas y cercanas como en el foso, pero una foto general que incluya todo el público y escenario es también un gran reclamos publicitario para la banda. Por lo que he leído, en el lapso de tiempo en que corrí de ida y vuelta a casa debieron de tocar La vereda de la Puerta de Atrás, Pequeño Rocanrol Endémico y Mi Espíritu Imperecedero.
Cuando volví a entrar ya sonaban los acordes de Locura Transitoria. El final del primer bloque lo afronté cerca de la mesa de mezclas y empecé a formarme una opinión sobre el sonido. En general en ese lugar no estaba tan mal para la acústica del lugar: las frecuencias bajas andaban bastante disparadas, pero las guitarras se escuchaban ligeramente por encima del bombo. No se puede decir lo mismo del bajo, que quedaba eclipsado por los golpes de bombo. También incluyeron un nuevo tema acerca de una rana que cantaba debajo del agua, con una petición expresa de parte de Robe para no grabarla y que siga siendo sorpresa para la gente que vaya a sus conciertos. Las canciones más suaves (en este momento encadenaron varios movimientos de La Ley Innata, que personalmente me encantan) sí que se escucharon bien, pero en cuanto metían algo de tralla el sonido se convertía en una bola.
Y con esto se llegó al ecuador del concierto, y como es costumbre, a un descanso de 20 minutos (que ya fueron 30) porque: "Vosotros podéis hacer lo que queráis, ya sabéis, estáis en un país libre. Eso sí, que no os vean." Ellos seguramente que también lo hicieron, pero menos que en 2008, no podían tropezar con la misma piedra dos veces. Hasta este momento me quito el sombrero, muy buen concierto, muy buena actitud, muy buen hacer.
Antes de volver a arrancar aproveché el éxodo general en busca cerveza para adelantar bastantes posiciones y pasar a décima fila centrado. Si el primer bloque estaba centrado en su material más reciente, ahora empezaba el momento que el fan más clásico espera, era el momento de sus éxitos y fracasos, y más de Todos los Públicos. Y qué mejor manera de empezarlo con Prometeo y Jesucristo García. Sin embargo ahora el sonido era distinto, mucho más basto y menos definido. No se si achacarlo a mi cambio de posición o a otros factores... quizá a la suma de ambos. A ello hay que sumar la perra que les dio en alargar los solos de las canciones, hasta el punto que se hacen eternos, y que (no se si por el mal sonido o por otras cosas...) no se escuchaban las notas individuales, sino que era todo una sucesión muy sucia. Fuera como fuese, el público respondió y se movió más que nunca, incrementándose su motivada hasta casi el final.
Sonaron en este bloque Poema Sobrecogido, Autorretrato, Mi Voluntad. Gran éxtasis de nuevo con Standby, Salir, Beber y Puta, canción de la que comentaron que salió de combinar las peores palabras y las peores drogas. El concierto no podía estar completo sin el single de su disco nuevo, ¡Qué Borde era mi Valle! nos llevó a todos a robar cerezas, justo antes de la que fue la canción mejor recibida de la noche: Ama, Ama, Ama, y Ensancha el Alma.
Finalizaron con El Camino de las Utopías, de nuevo, estirada hasta el infinito y con un saludo final en el que no estuvo Robe, firmando al final un concierto de dos horas y media largas (+ retrasos, + descanso).
El sabor de boca fue agridulce: asistimos a un buen concierto, con sus altibajos (pero muchos más altos que bajos), con una primera parte excelente y una segunda muy mejorable. También es cierto que Extremoduro es una banda de grandes himnos que, una vez suenan (bien o mal), te dejan con un buen cuerpo igualmente.
hola, ¿sabeis como se llama la cancion que suena antes de que empiece el concierto de extremoduro? creo que es de fito o de platero
ResponderEliminarla escuche el a coruña en la anterior gira y tambien en santander el otro dia,
por cierto, pedazo concierto, que grandes son
Al cantar, de platero
ResponderEliminar